Aún hoy, hablar abiertamente de la propia sexualidad en un sentido diferente a la heterosexualidad hegemónica, sigue siendo sancionado. Seguimos siendo “raras, raros, rares”, nos siguen calificando como una “desviación” de la naturaleza. Aún hoy, la orientación sexual y/o identidad de género de las personas sigue estando entre los tres pretextos discriminatorios más frecuentes. Aún hoy, el 26% de las personas LGBTI+ no son visibles en su ámbito laboral, principalmente para evitar rumores y estereotipos, por miedo a perder oportunidades laborales e incluso por miedo a perder el trabajo.

En la actualidad más de 70 países penalizan o criminalizan a las personas LGTBIQ+. En alguno de ellos hasta con pena de muerte.
De todas maneras hay cada vez más países que garantizan hoy el Matrimonio Igualitario y reconocen la identidad de género autopercibida a las mujeres y varones trans.
Es por todo esto, y por la construcción de una sociedad donde los armarios ya no sean necesarios, seguimos pateando clósets con enorme orgullo.

Si no hubiera personas orgullosas de su disidencia, que visibilizan libremente su sexualidad e identidad género, seguiríamos dentro de los clósets, oprimides por la discriminación y la heteronorma.
Es gracias a esas personas ORGULLOSAS, que se consiguen leyes un poco más justas e inclusivas para todes, que se reclama por la supresión de travesticidios y homofobia de todo tipo.
Es por eso que, hoy desde casa, estamos ORGULLOSES